Aprovechemos este periodo de aislamiento social como una magnífica oportunidad para reiterar en nuestros hijos valores y hábitos operativos como el orden, apego a la verdad, solidaridad, obediencia, respeto, honestidad, etc., sin recargarlos mentalmente.
Por Edgar Tejada. 06 mayo, 2020.Vivimos una situación en la que todos hemos sido afectados por esta terrible pandemia del COVID-19, especialmente por el aislamiento social dispuesto por el Gobierno y las consecuencias sociales, económicas y emocionales que conlleva. El temor por contagiarse y la falta de contacto con nuestros parientes y amigos, además de la limitación en la actividad externa, aumentan la preocupación en los hogares.
De toda la población sufriente, debemos prestar una gran atención a los niños, quienes por su edad viven este inesperado enclaustramiento en sus casas, ausentes de toda su actividad lúdica, de divertimento escolar, del contacto con sus compañeritos, etc. El ambiente de todos los hogares puede ser magnífico desde un aspecto familiar, pero los niños echan de menos el ambiente escolar, por todo lo que conlleva: afectividad con sus amigos, práctica de deporte y espacios de juego. Por ejemplo, la rutina escolar de un niño es muy diferente a la actividad de cualquier adulto, pues en el colegio tienen mayor actividad física, momentos de recreo, de participación con otros niños de sus edades, de competencia en los logros en la escuela.
Dada la prolongación de la medida de aislamiento social, esta puede tener variados efectos en nuestros niños, a los que debemos prestar mucha atención. Uno de los más frecuentes: una actitud de tristeza, que podría evidenciar un síntoma de ansiedad o depresión. También actitudes de desaliento o irritabilidad.
Somos los padres los llamados a neutralizar estos efectos en el infante, prestándoles mucha atención; ofreciéndoles actividades que los distraigan y que sean muy atractivas, como juegos familiares, lecturas de cuentos, concursos entre ellos; así como fomentar para que participen de las obligaciones domésticas. Y, como una preocupación muy importante para nosotros como padres, evitar que nuestros hijos tengan miedos en esta situación.
En estas circunstancias, los padres tenemos que saber adaptarnos a nuestros hijos, pues ellos, según su edad y personalidad, tienen distintos modos de reaccionar ante estos momentos críticos en el hogar.
Aprovechemos este periodo de aislamiento social como una magnífica oportunidad para reiterar en nuestros hijos valores y hábitos operativos como el orden, apego a la verdad, solidaridad, obediencia, respeto, honestidad, etc., sin recargarlos mentalmente. Apliquemos todo nuestro amor para tratar que nuestros hijos recuerden estos momentos con ilusión y alegría. Infundámosles ecuanimidad y paz.
(Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas en él son de responsabilidad del autor).